La enseñanza de las matemáticas ha sido un tema debatido durante décadas, con diferentes enfoques que promueven la memorización frente al razonamiento. Sin embargo, la ciencia reciente ofrece una nueva perspectiva que puede revolucionar la manera en que enseñamos a nuestros hijos a abordar las matemáticas. Un estudio exhaustivo ha sintetizado investigaciones de diversos campos para revelar cómo los niños pueden aprender matemáticas con fluidez de manera efectiva, desafiando algunas creencias comunes sobre la enseñanza tradicional.
Este artículo explora las conclusiones de un informe publicado en Psychological Science in the Public Interest, que redefine la fluidez aritmética y propone un enfoque balanceado para el aprendizaje de las matemáticas, enfatizando la importancia de entender y practicar de manera estructurada.
Comprender, practicar, automatizar... y volver a reflexionar
El aprendizaje de la fluidez matemática no es un proceso lineal, sino más bien un viaje en espiral. Comienza con la formación de intuiciones numéricas que los niños desarrollan de forma natural, como la noción de que 3 + 2 es menos que 5 + 4, aunque no puedan explicar por qué. Con la ayuda de la enseñanza, estas intuiciones se convierten en conocimientos concretos, donde los niños aprenden estrategias y patrones.
La práctica deliberada es un componente crucial en este proceso. Sin embargo, la clave no radica solo en repetir ejercicios sin sentido, sino en diseñar estas prácticas de manera que respeten el ritmo individual de cada niño. Esto implica:
- Introducir límites de tiempo solo cuando el niño muestra seguridad en sus respuestas.
- Fomentar momentos de reflexión donde los alumnos analicen cómo llegaron a sus resultados.
- Permitir la exploración de diferentes estrategias para llegar a la misma respuesta.
¿Qué es realmente la fluidez aritmética?
La fluidez aritmética no se limita a la memorización de las tablas de multiplicar; es la habilidad de manejar operaciones matemáticas con rapidez y precisión. Esto incluye la capacidad de descomponer y reorganizar números mentalmente. Por ejemplo, un niño fluido en cálculo puede resolver 7 × 8 como 7 × 7 + 7, mostrando flexibilidad en su pensamiento.
Este concepto se apoya en la teoría de Anna Sfard, quien sostiene que los procesos matemáticos deben ser considerados no solo como acciones, sino como objetos mentales que pueden ser manipulados. Este enfoque ayuda a los niños a entender las matemáticas como entidades que pueden ser exploradas y pensadas de manera profunda.
¿Y los ejercicios cronometrados?
Los ejercicios cronometrados pueden ser beneficiosos, pero deben ser implementados correctamente. La práctica cronometrada debería introducirse solo después de que un niño haya alcanzado cierta precisión en sus cálculos. En este contexto, los retos temporizados pueden ser herramientas efectivas para reforzar la memoria y agilizar los procesos mentales, pero no deben ser utilizados como castigos ni pruebas evaluativas.
Los riesgos de no practicar... y de practicar mal
La falta de práctica adecuada puede generar el fenómeno conocido como sobrecargamiento de la memoria de trabajo. Esto ocurre cuando un niño intenta resolver problemas más complejos sin dominar las operaciones básicas. Por ejemplo, sumar 7 + 5 + 6 + 3 + 5 + 4 puede ser abrumador para un niño que aún no ha automatizado sumas simples, lo que resulta en errores y frustración.
En contraste, los niños con fluidez aritmética pueden reconocer patrones y aplicar propiedades matemáticas, lo que les permite resolver problemas rápidamente y con confianza. Estudios longitudinales han demostrado que la fluidez en matemáticas predice el éxito en álgebra y en la comprensión de fracciones, así como en el futuro rendimiento económico.
Claves prácticas para padres y docentes
El informe proporciona directrices prácticas tanto para educadores como para padres, que incluyen:
- Fomentar el sentido numérico desde temprana edad: Actividades como contar objetos y jugar con bloques pueden ser útiles.
- Utilizar estrategias visuales: Referencias comunes, como el número 10, pueden servir como puntos de anclaje.
- Realizar un seguimiento del progreso: Detectar dificultades temprano puede prevenir problemas mayores en el futuro.
- Incorporar la práctica cronometrada de manera gradual: Solo después de que se haya alcanzado cierta precisión.
- Fomentar la reflexión: Animar a los niños a verbalizar sus procesos de pensamiento y estrategias.
¿Memorizar o razonar? Un falso dilema
El estudio desafía la idea de que memorizar y entender son procesos mutuamente excluyentes. En realidad, ambos se alimentan entre sí. Una comprensión sólida facilita la memorización efectiva, mientras que la memorización estratégica libera recursos cognitivos para un pensamiento más profundo.
El aprendizaje de las matemáticas es un proceso dinámico que a menudo implica que los niños descubran estrategias de manera implícita antes de poder articularlas. Este enfoque bidireccional es esencial y debe enseñarse en las aulas, donde muchos educadores no reciben la formación necesaria en ciencia del aprendizaje.
Más allá de los desafíos actuales, el estudio ofrece un marco claro y aplicable para la enseñanza de las matemáticas. No se trata de elegir entre métodos, sino de elaborar estrategias didácticas que se alineen con el desarrollo natural del pensamiento infantil. Esto puede parecer un concepto básico, pero la investigación ha tardado años en corroborarlo.
Referencias
- Nicole M. McNeil et al, What the Science of Learning Teaches Us About Arithmetic Fluency, Psychological Science in the Public Interest (2025). DOI: 10.1177/15291006241287726
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