¿Te imaginas un mundo en el que los hábitos de tus hijos se desarrollen sin la necesidad de recompensas o castigos? Un reciente estudio ha arrojado luz sobre cómo los cerebros infantiles pueden grabar comportamientos a través de la simple repetición de acciones. Este descubrimiento tiene el potencial de transformar nuestra comprensión sobre la crianza y la educación de los más pequeños.
Un equipo de neurocientíficos del Sainsbury Wellcome Centre, en University College London, ha desentrañado los mecanismos que permiten que los hábitos se consoliden en el cerebro sin la intervención de refuerzos externos. A continuación, exploraremos los hallazgos de esta investigación, sus implicaciones en la crianza y cómo podemos aplicarlos en nuestra vida diaria.
Detalles de un estudio experimental con animales
La investigación, liderada por Francesca Greenstreet y Marcus Stephenson-Jones, se centró en un experimento con ratones para investigar cómo se forman las asociaciones entre estímulos y acciones. Los investigadores diseñaron una tarea de discriminación auditiva en la que los ratones debían girar a la derecha o a la izquierda en función de un sonido que escuchaban, para obtener agua como recompensa.
El aspecto innovador del estudio consistió en analizar dos áreas distintas del cerebro de los ratones: una que responde a los resultados valiosos (recompensas) y otra que se activa simplemente al repetir una acción. Los científicos descubrieron que en una región específica llamada "cola del cuerpo estriado", que se considera el sistema de hábitos en los humanos, se activaba una señal dopaminérgica sin que estuviera presente la recompensa. Esta señal es conocida como "error de predicción de acción" (APE, por sus siglas en inglés), y se produce cuando se ejecuta una acción que no estaba del todo prevista en esa situación.
Lo sorprendente fue que, a medida que los ratones repetían la misma acción, la señal APE se iba debilitando, indicando que el cerebro había automatizado la acción. En esencia, el cerebro dejaba de necesitar la motivación externa para llevar a cabo el comportamiento aprendido.
Implicaciones prácticas en la crianza y educación
Los hallazgos de este estudio llevan a reflexionar sobre cómo educamos a los niños y niñas en la actualidad. Un punto clave es que las rutinas pueden consolidarse sin la necesidad de reforzarlas con premios o castigos. Por ejemplo, si queremos que los niños se laven las manos antes de comer, simplemente repetir la acción en un entorno estable puede ser suficiente para que esta conducta se asiente de manera duradera.
El aprendizaje basado en los APEs no reemplaza el aprendizaje por recompensa, ya que ambos procesos son complementarios. Mientras que una parte del cerebro aprende a través de resultados positivos, otra parte puede aprender a repetir acciones simplemente por la repetición. Así se explica que el sistema sin valor aprenda a replicar lo que se hizo anteriormente en situaciones similares.
Este enfoque permite diseñar entornos más propicios para el aprendizaje infantil. Algunos ejemplos incluyen:
- Establecer rutinas diarias estables, como horarios de comidas y actividades.
- Fomentar la repetición de acciones en contextos familiares y acogedores.
- Evitar cambios abruptos en las rutinas que puedan interrumpir el proceso de automatización.
- Proporcionar ejemplos claros y consistentes sobre lo que se espera.
Además, este estudio respalda lo que muchos educadores y psicólogos infantiles han señalado: que los hábitos y vínculos se construyen a través de la repetición, la constancia y el ejemplo, no solo a través de recompensas. No se trata de eliminar las recompensas, que pueden ser motivadoras en ciertas circunstancias, sino de comprender que su uso excesivo puede ser contraproducente para la formación de hábitos duraderos.
El papel de la paciencia y la perseverancia en el aprendizaje
Una de las lecciones más importantes que podemos extraer de esta investigación es la necesidad de practicar la paciencia y la perseverancia en la crianza. A menudo, los adultos buscamos resultados rápidos y inmediatos, pero el aprendizaje infantil es un proceso que requiere tiempo y repetición.
Para facilitar este aprendizaje, es esencial:
- Establecer expectativas realistas sobre el tiempo que tomará adquirir un hábito.
- Reforzar la constancia en la práctica sin frustrarse ante los errores o retrocesos.
- Crear un ambiente seguro donde los niños se sientan cómodos repitiendo acciones sin miedo al juicio.
Además, apoyar a los niños en sus esfuerzos y celebrar sus logros, por pequeños que sean, puede fortalecer su motivación intrínseca para aprender y repetir comportamientos positivos.
La importancia de un entorno estable para el aprendizaje
Otro hallazgo relevante del estudio es que los contextos estables son fundamentales para el aprendizaje efectivo. Los niños prosperan en entornos donde las expectativas son claras y las rutinas son predecibles. Esto ayuda a que sus cerebros sean capaces de automatizar las acciones que se repiten de manera regular.
Algunas estrategias para crear un entorno estable incluyen:
- Definir claramente las rutinas diarias y mantenerlas siempre que sea posible.
- Utilizar señales visuales o auditivas para recordarles a los niños las acciones que deben realizar.
- Involucrar a los niños en la creación de sus propias rutinas, lo que aumenta su sentido de pertenencia y responsabilidad.
Referencias
- Francesca Greenstreet, Hernando Martinez Vergara, Yvonne Johansson, et al. Dopaminergic action prediction errors serve as a value-free teaching signal. Nature, 2025. DOI: 10.1038/s41586-025-09008-9
Para aquellos interesados en profundizar más sobre este tema, se puede consultar un video que explica cómo educar sin depender de premios ni castigos, lo que puede proporcionar una perspectiva valiosa sobre la crianza moderna:
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