Consejos de Álvaro Bilbao para cenas agradables con niños

La hora de la cena puede convertirse en un momento de tensión si no se manejan adecuadamente las dinámicas familiares. ¿Por qué es tan complicado que los niños coman sin resistencia? A continuación, exploraremos los consejos del neuropsicólogo Álvaro Bilbao para transformar esta rutina en una experiencia positiva y enriquecedora.

Entender el funcionamiento del cerebro infantil es clave para abordar la alimentación desde un enfoque más comprensivo y educativo. A través de la perspectiva de Bilbao, se puede aprender a acompañar a los niños en su relación con la comida, evitando conflictos innecesarios y fomentando hábitos saludables.

Índice de contenidos
  1. El cerebro infantil y su instinto de protección
  2. Obligar a comer genera más rechazo (y a veces, para siempre)
  3. Qué hacer en lugar de obligar: 7 claves efectivas
  4. ¿Y si no se termina el plato?
  5. Educar sin miedo y con confianza
  6. Recursos adicionales
  7. Referencias

El cerebro infantil y su instinto de protección

Durante la infancia, el cerebro de los niños está en pleno desarrollo y su capacidad de tomar decisiones es aún limitada. Este proceso evolutivo incluye un fuerte instinto de protección, que se manifiesta en la forma en que los niños perciben y reaccionan ante diferentes alimentos. Este instinto les lleva a ser cautelosos, especialmente con aquellos alimentos que pueden parecer peligrosos, como las verduras.

Por ejemplo, muchos niños rechazan las verduras debido a su sabor amargo o su color, ya que su cerebro asocia estos atributos con alimentos potencialmente dañinos. Este mecanismo de defensa ha permitido a la especie humana sobrevivir a lo largo de la historia. Por lo tanto, cuando los padres intentan forzar a sus hijos a comer algo que les resulta desagradable, pueden estar intensificando el problema en lugar de resolverlo.

La investigación respalda esta idea. Un estudio reciente mostró que los niños prefieren galletas de colores neutrales en lugar de verdes, lo que demuestra que el color y la presentación de los alimentos influyen en su aceptación.

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Obligar a comer genera más rechazo (y a veces, para siempre)

La presión para que los niños coman ciertos alimentos puede parecer una solución rápida, pero a menudo tiene el efecto contrario. Cuando se les obliga a comer, el cerebro asocia ese alimento con una experiencia negativa, lo que refuerza el rechazo. Como señala Álvaro Bilbao, este tipo de coerción genera un efecto rebote, donde la aversión hacia el alimento se intensifica.

Este fenómeno se puede observar con frecuencia en la vida cotidiana. Muchos adultos tienen recuerdos de platos que les fueron impuestos durante su infancia y que aún les repelen. Este mismo principio se aplica a los niños; si se les obliga repetidamente a consumir verduras que no les agradan, el rechazo puede convertirse en un sentimiento duradero.

Qué hacer en lugar de obligar: 7 claves efectivas

La buena noticia es que hay formas más efectivas y amables de fomentar hábitos alimenticios saludables en los niños. A continuación, se presentan siete estrategias recomendadas por Álvaro Bilbao:

  • Eliminar tentaciones poco saludables en casa, como galletas y dulces, que compiten con los alimentos saludables.
  • Comer juntos siempre que sea posible; los niños aprenden por imitación al observar a los adultos.
  • Poner verduras en la mesa, aunque no las toquen, para que se familiaricen con su presencia y aroma.
  • Permitir que elijan cuánto servirse, incluso si prefieren usar las manos, con la regla de “pon lo que quieras, pero al menos un poquito”.
  • Trocear los alimentos desconocidos en pedazos pequeños para facilitar la adaptación a nuevos sabores.
  • Animar a probar sin presión, ofreciendo porciones muy pequeñas, como un grano de arroz.
  • Crear un ambiente relajado en la mesa, donde se asocie la comida con risas, conversaciones y afecto.
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Implementar estas estrategias no solo previene conflictos, sino que también ayuda a construir una relación positiva con la comida que perdurará toda la vida.

¿Y si no se termina el plato?

Es común que los padres insistan en que sus hijos se terminen todo lo que hay en el plato, pero esta creencia puede ser contraproducente. Según investigaciones, los niños tienen una mejor capacidad de regular su apetito que los adultos. Su estómago es más pequeño, lo que significa que se llenan más rápido y requieren menos comida.

Álvaro Bilbao enfatiza que es normal, e incluso saludable, que los niños dejen parte de su comida. Si se les obliga a comer más de lo que desean, se interfiere en su capacidad de autorregulación, lo que podría derivar en problemas alimentarios en el futuro.

Educar sin miedo y con confianza

Muchos padres operan bajo la creencia de que deben hacer que sus hijos coman todo lo que hay en el plato, recordando tiempos en que escaseaban las opciones. Sin embargo, hoy en día la realidad es diferente; la mayoría de las familias pueden ofrecer comidas regularmente.

En este nuevo contexto, es fundamental confiar en que los niños saben lo que necesitan y permitirles escuchar a su propio cuerpo. Al cambiar el enfoque de la cantidad de comida a la calidad del vínculo familiar durante las comidas, se puede convertir la hora de la cena en un momento enriquecedor, lleno de conexión y enseñanza.

Recursos adicionales

Para profundizar en el tema de la educación y crianza positiva, se recomienda ver el siguiente video de Álvaro Bilbao, donde ofrece consejos prácticos para educar en un ambiente de apoyo y confianza:

Referencias

  • Bilbao, Álvaro. El cerebro de los niños explicado a los padres, 2015.

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