Las rabietas son una parte natural del desarrollo infantil y, aunque pueden ser un desafío para los padres, son también una oportunidad para que los niños aprendan a gestionar sus emociones. El neuropsicólogo Álvaro Bilbao ha dedicado su carrera a entender este fenómeno y ofrece herramientas valiosas para ayudar a las familias a manejar estas situaciones. En este artículo, exploraremos algunos de sus consejos más eficaces para minimizar las rabietas y fomentar una comunicación más efectiva entre padres e hijos.
El hábito de Álvaro Bilbao para minimizar las rabietas
Una de las recomendaciones más impactantes de Álvaro Bilbao es la práctica de “60 segundos de conexión antes de pedir un cambio”. Este sencillo hábito puede transformar la dinámica de cómo los padres abordan las transiciones en la vida cotidiana de sus hijos.
Los errores comunes en la crianza, como dar órdenes abruptas, pueden provocar resistencia y rabietas. Álvaro sugiere que, en lugar de interrumpir a los niños sin previo aviso, se tome un momento para conectar con ellos. Por ejemplo, cuando llega la hora de apagar la televisión, en lugar de un directo “apaga eso”, podrías decir: “¿Qué estás viendo? ¿Cuál es tu personaje favorito?”. Esta conexión inicial permite que el niño sienta que su opinión es valorada y que forma parte de la decisión.
La idea central es que, al conectar con sus intereses, los niños estarán más dispuestos a aceptar el cambio y a adaptarse a las nuevas circunstancias. Según Bilbao, “si conectas con sus intereses, ellos podrán conectar con los tuyos”, lo que significa que la comunicación fluida puede prevenir muchas frustraciones.
Otros tres hábitos eficaces para evitar rabietas
Aparte del hábito de conexión, Bilbao propone otras tres estrategias que pueden ser igualmente efectivas para prevenir las rabietas en los niños:
Dale un poquito de poder si puede ser
Los niños, especialmente en su primera infancia, necesitan sentir que tienen control sobre su entorno. Este sentido de control es fundamental para su desarrollo emocional. Por ello, en lugar de imponer decisiones, como “tienes que bajarte del columpio”, intenta ofrecer opciones: “Podemos irnos a casa, pero puedes elegir entre tirarte dos veces por el tobogán o quedarte un poco más en el columpio”.
Este enfoque no solo les da un sentido de autonomía, sino que también les ayuda a aprender a tomar decisiones, lo que puede mitigar la frustración que a menudo genera una rabieta.
Haz una pausa en las transiciones
Los cambios bruscos pueden ser muy difíciles para los niños pequeños. La presión o las prisas tienden a generar rechazo y frustración. Para facilitar estas transiciones, es crucial permitir que los niños procesen el cambio.
Por ejemplo, en lugar de decir: “Deja los juguetes, ponte los zapatos, que nos vamos”, podrías proponer un pequeño ritual que suavice la transición: “Ven, toma un vaso de agua y un trocito de fruta. Luego, nos ponemos los zapatos para visitar a los abuelos”.
Este breve descanso entre actividades permite que los niños se adapten mejor a lo que viene a continuación, sin sentirse presionados.
Conecta con su ilusión
Los niños a menudo experimentan frustración cuando desean algo que no pueden tener en ese momento. En lugar de negarlo directamente, una estrategia efectiva es compartir su entusiasmo y ofrecer una alternativa para más adelante. Si tu hijo pide un dulce antes de la cena, en vez de decir “no puedes comértelo ahora”, puedes sugerir: “Eso suena delicioso, guardémoslo para después de cenar”.
Del mismo modo, si muestra interés por un juguete en una tienda, en lugar de prohibir la compra, intenta con: “Cuéntame qué te gusta de ese juguete y pensemos cuándo podríamos conseguirlo”. De esta manera, los niños se sentirán comprendidos y más receptivos a la comunicación.
¿Qué no debes decir durante una rabieta?
Es crucial saber cómo comunicarse durante una rabieta para evitar agravar la situación. Algunas de las frases que se deben evitar incluyen:
- “Deja de llorar” – Esto puede hacer que el niño se sienta incomprendido.
- “No seas tonto” – Este tipo de comentarios pueden afectar su autoestima.
- “Te dije que no” – La reiteración de órdenes puede intensificar la rabieta.
En lugar de estas respuestas, es más efectivo optar por la comprensión y la empatía: “Sé que estás muy molesto, hablemos de ello”.
¿Cómo evitar las rabietas?
Prevenir las rabietas requiere una combinación de estrategias y un enfoque proactivo. Algunas de las prácticas más efectivas incluyen:
- Mantener una rutina estable: los niños prosperan con la estructura.
- Ofrecer un entorno seguro y predecible: esto les brinda confianza.
- Fomentar la expresión emocional: anímalos a compartir sus sentimientos.
Además, la observación de patrones en el comportamiento de los niños puede ayudar a identificar desencadenantes potenciales de rabietas, lo que permite anticiparse y actuar antes de que la frustración se convierta en una crisis emocional.
¿Cuándo una rabieta no es normal?
Si bien las rabietas son una parte normal del desarrollo infantil, hay ocasiones en que pueden ser motivo de preocupación. Algunas señales de que una rabieta puede no ser normal incluyen:
- Frecuencia excesiva: si ocurren varias veces al día.
- Duración prolongada: si la rabieta dura más de 30 minutos.
- Comportamientos peligrosos: si el niño se lastima a sí mismo o a otros.
En tales casos, es recomendable buscar la orientación de un profesional de la salud para entender mejor la situación y recibir el apoyo necesario.
La crianza puede ser un camino complicado, pero con estrategias adecuadas y un enfoque empático, es posible manejar las rabietas de manera más efectiva. Para profundizar más en este tema, puedes ver el siguiente vídeo sobre cómo manejar las rabietas en los niños:
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