Crianza y emociones positivas: orgullo y asombro según la ciencia

Criar a un hijo es un viaje lleno de desafíos y recompensas. Aunque puede ser agotador y lleno de incertidumbres, también es un camino que ofrece momentos de orgullo y asombro que enriquecen la experiencia parental. Un estudio reciente ha demostrado que cultivar estas emociones no solo mejora el bienestar de los padres, sino que también redefine el significado de disfrutar la crianza.

La crianza es un proceso continuo que implica decisiones, rutinas y aprendizajes constantes. Sin embargo, está salpicada de momentos que llenan de sentido y propósito. Para muchos padres, las emociones experimentadas en el día a día con sus hijos pueden tener un impacto profundo en su bienestar emocional. Estos momentos no solo iluminan la paternidad, sino que también permiten ver la crianza desde una perspectiva más positiva y enriquecedora.

El estudio titulado Feeling Pride and Awe in Parenthood, publicado en la revista Social Psychological and Personality Science, realizado por investigadores de la Universidad de Rochester, se centra en cómo dos emociones clave—el orgullo y el asombro—pueden influir en la experiencia de la crianza y en el bienestar de los padres. A través de diversos estudios y un meta-análisis, se examinó el impacto de estas emociones en casi 900 padres y madres, proporcionando insights valiosos sobre su papel en la crianza.

Índice de contenidos
  1. El orgullo como motor de alegría cotidiana
  2. El asombro como puerta al sentido profundo
  3. Mecanismos emocionales que potencian la crianza
  4. Emociones universales, beneficios consistentes
  5. Redefinir la experiencia de ser madre o padre
  6. Una crianza más rica, presente y significativa
  7. Referencias

El orgullo como motor de alegría cotidiana

El orgullo parental se presenta a menudo en momentos de logros significativos. Estos pueden incluir desde una hija que supera un miedo hasta un hijo que muestra tenacidad o empatía ante una situación difícil. En el estudio, se encontró que el orgullo estaba asociado con altos niveles de placer, lo que se traduce en una mayor satisfacción con la vida y una menor incidencia de emociones negativas, como la culpa o la frustración.

Lo fascinante de esta emoción es que no depende de la perfección, sino del crecimiento visible del hijo. Por ejemplo, los padres pueden sentir orgullo al observar a un niño aprender a compartir o a una adolescente perseverar en un proyecto. Esta emoción valida el esfuerzo compartido y proporciona un sentido profundo al rol parental.

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Los datos del estudio sugieren que aquellos que experimentan más orgullo en su crianza tienden a tener un mayor bienestar emocional. Este bienestar no se ve afectado por la edad del hijo, el género del padre o madre, ni por el carácter del niño. Lo que realmente importa es la frecuencia con que se experimenta esta emoción y cómo se procesa a nivel emocional.

El asombro como puerta al sentido profundo

El asombro es una emoción que, aunque menos estudiada en el contexto familiar, se manifiesta como extraordinariamente poderosa. En el estudio, el asombro parental se experimentaba cuando los hijos realizaban actos inesperados o admirables, como un gesto de ternura o una reflexión profunda que dejaba a los padres asombrados.

Esta emoción no solo se asocia con mayor placer, sino también con un mayor sentido de propósito en la crianza, así como con una riqueza psicológica que incluye experiencias memorables y emocionalmente intensas. Así, quienes sienten asombro con sus hijos no solo se sienten más felices, sino que también consideran su vida más interesante y significativa.

Además, el asombro tiene un efecto particular en la percepción del tiempo. Los padres que viven estos momentos sienten que el tiempo se detiene, lo que les permite disfrutar de la experiencia con mayor intensidad y recordarla con más claridad.

Mecanismos emocionales que potencian la crianza

El orgullo y el asombro han demostrado tener efectos positivos en la calidad de la relación entre padres e hijos. Estos momentos fortalecen los vínculos y mejoran la comunicación emocional, favoreciendo la empatía mutua. En lugar de ver la crianza como una serie de tareas, se transforma en una relación viva, rica y evolutiva.

Otro mecanismo importante es la autotrascendencia. Las emociones de orgullo y asombro hacen que los padres se sientan parte de algo más grande que ellos mismos: una familia, una generación, un propósito compartido. Esta conexión ayuda a enfrentar las dificultades cotidianas de manera menos solitaria y más significativa.

El asombro también puede despertar un sentido de espiritualidad o conexión existencial, que no necesariamente se relaciona con la religiosidad, sino con una admiración profunda por la vida y el crecimiento humano.

Emociones universales, beneficios consistentes

Un hallazgo clave de la investigación es que los beneficios del orgullo y el asombro no dependen de factores externos, como la edad del hijo, el tipo de familia o el temperamento del niño. Estos beneficios son accesibles para cualquier padre, independientemente de las circunstancias.

  • El orgullo y el asombro pueden surgir en situaciones cotidianas.
  • La disposición del adulto para percibir y valorar estos momentos es crucial.
  • El bienestar emocional en la crianza está al alcance de quienes cultivan la presencia y apertura emocional.
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Esto sugiere que el bienestar emocional no es exclusivo de quienes tienen hijos "fáciles" o experiencias extraordinarias. Está disponible para aquellos que están abiertos a apreciar la complejidad de crecer junto a otro ser humano.

Redefinir la experiencia de ser madre o padre

Los autores del estudio enfatizan que sus hallazgos no minimizan las dificultades inherentes a la crianza. Ser madre o padre puede ser un reto abrumador y emocionalmente agotador. Sin embargo, ello no impide que también se presente como una fuente de alegría, significado y belleza emocional.

El estudio sugiere un cambio en la perspectiva: enfocar la atención no solo en las acciones, sino en las emociones asociadas a la crianza. Reconocer el orgullo y el asombro como partes esenciales de la experiencia parental permite construir una narrativa más equilibrada y justa.

Además, esta nueva visión ofrece una herramienta emocional poderosa para contrarrestar el desgaste, la ansiedad y el cansancio, ayudando a mantener la motivación y la conexión emocional con los hijos.

Una crianza más rica, presente y significativa

La investigación respalda la idea de que la crianza se vuelve más gratificante cuando se vive con apertura emocional. El orgullo y el asombro no son meros efectos secundarios de ser padre o madre; son motores de bienestar y conexión.

Lo sorprendente es que no se necesitan eventos extraordinarios para experimentar estas emociones. Un gesto cariñoso, una frase inesperada o una mirada compartida pueden ser suficientes. Estar presente y permitir que estas emociones nos atraviesen puede ayudar a transformar lo cotidiano en algo valioso.

En un momento en que la salud mental de los padres se enfrenta a retos crecientes, redescubrir el poder emocional de estos momentos puede marcar la diferencia entre simplemente sobrevivir la crianza y disfrutarla plenamente.

Referencias

  • Chee, P. X., Shimshock, C. J., & Le, B. M. (2025). Feeling Pride and Awe in Parenthood: The Unique Emotional Rewards of Parenting on Well-Being. Social Psychological and Personality Science. doi: 10.1177/19485506251332690

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