DGT propone cambios urgentes en entradas de colegios tras analizar 500 escuelas

La seguridad de nuestros niños es una prioridad, y el entorno escolar debería ser un espacio seguro donde puedan aprender y crecer. Sin embargo, la realidad es que las puertas de muchos colegios se han convertido en escenarios de caos y peligro. Este artículo explora las conductas al volante que amenazan la seguridad infantil en estas áreas y plantea la urgente necesidad de transformar estos espacios en entornos más seguros.

Índice de contenidos
  1. El caos en la puerta del colegio: una rutina más peligrosa de lo que parece
  2. Un aumento de coches que agrava el problema de seguridad infantil
  3. Las 9 conductas más peligrosas que se repiten cada mañana
  4. La importancia del entorno urbano: más allá de la responsabilidad individual
  5. ¿Cómo afectan estos comportamientos a los niños que caminan al colegio?
  6. El reto: transformar los colegios en espacios realmente seguros
  7. Referencias

El caos en la puerta del colegio: una rutina más peligrosa de lo que parece

Las entradas de los colegios son, a menudo, focos de peligro. Un estudio reciente reveló que en el 98 % de las escuelas analizadas se observaron comportamientos de conducción peligrosos durante las horas de entrada y salida. Esto incluye maniobras que ponen en riesgo tanto a los niños como a otros conductores. Un dato alarmante es que muchos padres dejan a sus hijos en el lado opuesto de la calle, obligándolos a cruzar sin pasos peatonales, lo que incrementa notablemente el riesgo de accidentes.

Las infracciones más comunes incluyen:

  • Doble fila al aparcar.
  • Realizar giros prohibidos.
  • No respetar señales de tráfico.
  • Bloquear cruces peatonales.
  • Aparcar de forma que bloquea la visibilidad.

Estos comportamientos no solo son peligrosos; crean un efecto dominó. La percepción de inseguridad lleva a más padres a optar por llevar a sus hijos en coche, aumentando el tráfico y, por ende, los riesgos.

Un aumento de coches que agrava el problema de seguridad infantil

La tendencia hacia el uso del automóvil para llevar a los niños al colegio ha crecido significativamente en las últimas décadas. En Estados Unidos, el porcentaje de niños que son trasladados en vehículo privado aumentó un 47,5 % entre 1969 y 2009. En Canadá, cerca del 46 % de los estudiantes utilizan el coche como medio principal de transporte escolar. Este cambio en los hábitos se debe en parte a la falta de infraestructuras seguras para caminar o usar la bicicleta.

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El incremento del tráfico en las cercanías de los colegios ha llevado a un aumento de los comportamientos inseguros. Cuando hay más coches, hay más prisa y más infracciones, lo que se traduce en un entorno más peligroso para los niños. Además, muchas calles están diseñadas para priorizar el tráfico vehicular sobre la seguridad de los peatones, lo que agrava aún más la situación.

Las 9 conductas más peligrosas que se repiten cada mañana

El proyecto CHASE (Child Active Transportation Safety and the Environment) identificó las conductas al volante más preocupantes observadas en las cercanías de las escuelas. Estas son las nueve conductas más peligrosas que se repiten cada mañana:

  1. Hacer giros en U en plena calle.
  2. Maniobras de marcha atrás peligrosas.
  3. Aparcar en doble fila.
  4. No respetar señales de tráfico o pasos de peatones.
  5. Aparcar bloqueando cruces.
  6. Estacionar en zonas que reducen la visibilidad.
  7. Usar el móvil mientras se conduce.
  8. Hablar por teléfono mientras se está al volante.
  9. Dejar a los niños en el lado opuesto de la calle.

Algunas de estas conductas se detectaron en hasta el 80 % de los centros analizados, lo que pone de manifiesto la normalización de comportamientos que representan un riesgo evidente para todos los involucrados.

La importancia del entorno urbano: más allá de la responsabilidad individual

Un aspecto crucial que se desprende del estudio es que el diseño urbano desempeña un papel fundamental en la seguridad de los entornos escolares. Las escuelas donde se registran menos comportamientos peligrosos al volante comparten ciertas características:

  • Límites de velocidad más bajos (30 o 40 km/h).
  • Mejores accesos peatonales y mayor señalización.
  • Incorporación de medidas como las curb extensions, que estrechan las calzadas para reducir la velocidad de los vehículos.

Los investigadores proponen también la creación de zonas específicas de bajada y recogida (conocidas como kiss-and-ride), así como aparcamientos accesibles para familias con necesidades especiales y mayor presencia de adultos en los pasos de peatones. En este sentido, el problema no se limita a la conducta de los conductores; el diseño de la ciudad también puede influir en la seguridad.

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¿Cómo afectan estos comportamientos a los niños que caminan al colegio?

Un hallazgo interesante del estudio revela que hay una correlación directa entre el número de comportamientos peligrosos detectados y el porcentaje de niños que utilizan medios activos de transporte, como caminar o andar en bicicleta. A mayor peligro percibido, menor es la tasa de niños que caminan al colegio. Pero, curiosamente, al considerar las características urbanas del entorno, esta relación se diluye.

Por ejemplo, contar con aceras amplias y señalización específica para escolares aumenta significativamente la cantidad de niños que caminan hacia la escuela, incluso en áreas con mucho tráfico. Esto refuerza la idea de que la solución no radica únicamente en sancionar a los conductores, sino en invertir en infraestructuras adecuadas.

El reto: transformar los colegios en espacios realmente seguros

La buena noticia es que muchos municipios están implementando iniciativas para crear espacios seguros alrededor de los colegios. Sin embargo, persisten problemas importantes que requieren atención. Los investigadores destacan que es urgente llevar a cabo una intervención urbana ambiciosa para proteger a los niños en estos entornos.

Propuestas como:

  • Aumentar el tamaño de las aceras.
  • Reducir los límites de velocidad.
  • Prohibir el tráfico en determinadas franjas horarias.
  • Crear aparcamientos disuasorios.

Estas medidas podrían tener un impacto inmediato en la seguridad de los niños. Además, es fundamental escuchar a las comunidades escolares, quienes conocen mejor las necesidades y particularidades de cada centro educativo.

Asegurar que un niño pueda ir a la escuela caminando de manera segura no debería ser un privilegio, sino un derecho básico en cualquier ciudad.

Referencias

  • Linda Rothman, Liraz Fridman, Rebecca Ling, Lambert Desrosiers-Gaudette, Tate Hubka, Andrew Howard, Pamela Fuselli, Marie-Soleil Cloutier, Meghan Winters, Brent Hagel, Alberto Nettel-Aguirre, Mathieu Rancourt, Alison Macpherson. Risky driving behaviors at school drop-off across Canadian municipalities: Findings from the Child Active Transportation Safety and the Environment (CHASE) study. Traffic Injury Prevention. DOI: https://doi.org/10.1080/15389588.2025.2478153.

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