El uso de pantallas en la niñez y su impacto en la adolescencia

En la era digital, donde las pantallas son casi omnipresentes, la salud mental de nuestros jóvenes se ha convertido en una prioridad absoluta. La exposición prolongada a dispositivos móviles desde la infancia puede tener efectos significativos en el bienestar emocional de los adolescentes. Este artículo profundiza en un estudio revelador que explora estas dinámicas, destacando la importancia de la actividad física y el uso consciente de la tecnología.

Índice de contenidos
  1. Más pantallas, más síntomas: el impacto acumulado del tiempo digital
  2. ¿Cómo afecta el uso de pantallas a los adolescentes?
  3. La actividad física como escudo protector ante el estrés y la depresión
  4. ¿Qué hay del sueño y la dieta? Factores que no mostraron una relación clara
  5. Un doble riesgo: más pantallas y menos ejercicio, la peor combinación
  6. Crear entornos digitales más saludables para proteger la salud mental infantil
  7. Un modelo a seguir para futuras intervenciones en salud mental juvenil
  8. Una llamada a actuar: hábitos de hoy, salud de mañana
  9. Referencias

Más pantallas, más síntomas: el impacto acumulado del tiempo digital

El uso prolongado de dispositivos móviles desde la niñez está relacionado con un aumento de los síntomas de salud mental en la adolescencia. Esta es la principal conclusión de un estudio de cohorte realizado en Finlandia, que fue publicado en JAMA Network Open en febrero de 2025. Liderado por Eero A. Haapala de la Universidad de Jyväskylä, el estudio siguió a 187 adolescentes desde los 6 hasta los 15 años, analizando sus hábitos de vida y salud mental.

El objetivo del estudio fue investigar cómo ciertos comportamientos acumulativos durante la infancia, tales como el uso de pantallas, el nivel de actividad física, la calidad del sueño y los hábitos alimenticios, se relacionan con síntomas de estrés y depresión en la adolescencia. Los investigadores utilizaron cuestionarios, sensores de movimiento, frecuencia cardíaca y registros alimentarios durante ocho años, y al final del estudio se aplicaron escalas reconocidas para evaluar la depresión y el estrés.

Los resultados son claros: los adolescentes que pasaron más tiempo frente a pantallas, especialmente en dispositivos móviles, mostraron mayores niveles de estrés y síntomas de depresión. Por el contrario, la actividad física se asoció con un efecto protector significativo. Curiosamente, ni la dieta ni la duración del sueño mostraron una relación clara con la salud mental, sugiriendo que el uso de dispositivos electrónicos y la falta de ejercicio son los factores más influyentes en el bienestar emocional.

¿Cómo afecta el uso de pantallas a los adolescentes?

El uso prolongado de dispositivos móviles se ha convertido en un tema de creciente preocupación en el ámbito de la salud mental juvenil. Los datos obtenidos del estudio indican que, en promedio, los adolescentes pasaban casi cinco horas diarias frente a pantallas, con más de dos horas dedicadas exclusivamente a dispositivos móviles. Aunque estos números pueden parecer familiares para muchos padres, el estudio resalta las consecuencias emocionales de este nivel de exposición a largo plazo.

Es importante destacar que la relación entre el tiempo de pantalla y los síntomas depresivos fue más fuerte que cualquier otro comportamiento de estilo de vida evaluado. Esta tendencia sugiere que la exposición continua y acumulativa a las pantallas está vinculada a un aumento en la angustia psicológica.

Además de la cantidad de tiempo frente a las pantallas, el tipo de contenido consumido, en particular el uso social de dispositivos móviles y redes sociales, puede tener un impacto significativo en la salud mental de los adolescentes.

La actividad física como escudo protector ante el estrés y la depresión

Los adolescentes que se mantuvieron activos físicamente desde la infancia presentaron menos síntomas de problemas de salud mental. Este efecto protector se observó especialmente en aquellos que participaban en actividades organizadas, como deportes escolares. El ejercicio no estructurado, como el juego libre, también mostró beneficios, aunque de manera más limitada.

El estudio indica que el efecto positivo del ejercicio se mantuvo incluso después de controlar factores como la pubertad y la composición corporal. Esto sugiere que el deporte proporciona un entorno social y emocional que ayuda a mitigar el impacto negativo de otros factores de riesgo, como el tiempo excesivo frente a pantallas.

Sin embargo, al incluir el tiempo de uso de pantallas en el análisis, se observó que la fuerza de la relación entre ejercicio y salud mental se redujo. Esto implica que el uso de dispositivos puede ser lo suficientemente dominante como para limitar los beneficios del ejercicio, lo que lleva a los investigadores a enfatizar la necesidad de reducir el tiempo frente a pantallas como una estrategia crucial para mejorar el bienestar emocional.

¿Qué hay del sueño y la dieta? Factores que no mostraron una relación clara

A pesar de la relevancia de estos aspectos, ni la duración del sueño ni la calidad de la dieta se asociaron con síntomas de problemas de salud mental. Los adolescentes en el estudio dormían un promedio de 9 horas por noche y seguían una dieta relativamente saludable, lo que podría haber limitado la variabilidad necesaria para detectar diferencias significativas en su salud mental.

Los autores del estudio aclaran que no se evaluaron ciertos factores, como la calidad del sueño o la latencia para conciliarlo. Estos elementos pueden ser cruciales, ya que investigaciones anteriores han vinculado problemas de sueño con la depresión en adolescentes. Asimismo, el estudio no abordó la calidad emocional de la dieta, como el consumo de alimentos procesados o la alimentación emocional, lo que podría haber pasado desapercibido.

En cuanto a la alimentación, aunque estudios previos han mostrado una relación entre dietas poco saludables y un mayor riesgo de depresión, la evidencia en la población infantil y adolescente sigue siendo contradictoria. En este estudio específico, la buena adherencia a una dieta equilibrada pudo haber limitado la aparición de efectos negativos en la salud mental.

Un doble riesgo: más pantallas y menos ejercicio, la peor combinación

Los adolescentes que combinan bajos niveles de actividad física con un alto tiempo frente a pantallas son los más afectados psicológicamente. Esta combinación se relaciona con los niveles más altos de estrés y síntomas depresivos, lo que sugiere que no es suficiente modificar un solo hábito, sino que se requiere una estrategia integral que aborde ambos aspectos.

Este hallazgo refuerza la idea de que los estilos de vida no operan de manera aislada; en cambio, se combinan para influir en la salud mental. Por lo tanto, las intervenciones que solo abordan un comportamiento pueden ser insuficientes si otros factores de riesgo continúan presentes.

Los investigadores sugieren que futuras intervenciones deben abordar simultáneamente varios hábitos para lograr un impacto más significativo en la salud mental. Además, detectar a niños con baja actividad física y alto uso de dispositivos desde una edad temprana permitirá la implementación de estrategias preventivas antes de que se manifiesten los síntomas de ansiedad o depresión.

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Este enfoque es crucial en un contexto donde los problemas de salud mental comienzan a presentarse cada vez más temprano en la infancia.

Crear entornos digitales más saludables para proteger la salud mental infantil

Los resultados del estudio subrayan la necesidad urgente de establecer límites claros en el uso de dispositivos móviles desde la infancia. Dada la fuerte asociación entre el uso de móviles y los síntomas de depresión, es fundamental que padres, educadores y profesionales de la salud comprendan que no todas las formas de tiempo sedentario son iguales.

  • Establecer horarios específicos para el uso de pantallas.
  • Evitar la exposición a dispositivos antes de dormir.
  • Fomentar actividades sociales presenciales.
  • Ofrecer alternativas físicas atractivas.
  • Promover la participación en deportes o actividades grupales.

Estas estrategias no solo ayudan a mitigar el impacto emocional de las pantallas, sino que también contribuyen a la autoestima, la interacción social y el desarrollo emocional saludable. Además, el estudio enfatiza el valor de la actividad física supervisada en entornos seguros y estructurados.

Participar en deportes o actividades grupales desde la infancia no solo fortalece el cuerpo, sino que también fomenta un ambiente social que actúa como una barrera protectora frente al estrés y la tristeza en la adolescencia.

Un modelo a seguir para futuras intervenciones en salud mental juvenil

El diseño de este estudio proporciona una base sólida para crear programas preventivos de salud mental dirigidos a niños y adolescentes. Al seguir a los mismos participantes durante ocho años, los investigadores pudieron observar cómo los hábitos diarios acumulados influyen en el bienestar psicológico a lo largo del tiempo.

A pesar de que el estudio se llevó a cabo en Finlandia, sus conclusiones son aplicables a otros países con contextos digitales similares. A medida que el acceso a dispositivos móviles se amplía a edades más tempranas, es esencial establecer guías de uso saludable y fomentar rutinas equilibradas en la infancia.

Los profesionales de la salud también tienen un papel crucial que desempeñar. Incluir preguntas sobre el tiempo de uso de pantallas, el nivel de actividad física y las rutinas de sueño en las consultas pediátricas puede permitir una identificación más temprana de riesgos psicológicos. Integrar este enfoque en las políticas públicas podría contribuir significativamente a frenar la creciente ola de trastornos mentales en jóvenes.

Una llamada a actuar: hábitos de hoy, salud de mañana

La infancia es una etapa crítica para establecer los cimientos del bienestar mental en la vida adulta. El estudio demuestra que las decisiones cotidianas desde los seis años, como el tiempo dedicado al ejercicio y a las pantallas, pueden tener un impacto considerable en el desarrollo emocional durante la adolescencia.

Las recomendaciones son claras: reducir el uso de pantallas, sobre todo móviles, y fomentar el movimiento físico regular. Sin embargo, también es importante el mensaje subyacente: no se trata de prohibiciones, sino de encontrar un equilibrio. Crear un entorno digital saludable no significa eliminar la tecnología, sino enseñar a usarla de manera consciente y adaptativa.

A medida que se acumula la evidencia científica, la responsabilidad recae en familias, educadores, profesionales de la salud y gobiernos para promover estilos de vida saludables desde la infancia. Aunque las pantallas siempre estarán presentes, también existen oportunidades para educar a las nuevas generaciones sobre cómo proteger su salud mental en un mundo cada vez más conectado.

Referencias

  • Haapala EA, Leppänen MH, Kosola S, et al. Childhood Lifestyle Behaviors and Mental Health Symptoms in Adolescence. JAMA Netw Open. (2025). doi:10.1001/jamanetworkopen.2024.60012

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