Desde tiempos inmemoriales, la naturaleza humana ha fascinado a filósofos y científicos. Ahora, un nuevo estudio revela que los bebés recién nacidos tienen un sentido innato de la moralidad que desafía nuestras nociones sobre el aprendizaje y la socialización. ¿Es posible que la bondad esté escrita en nuestro ADN desde el nacimiento?
La investigación, publicada en Nature Communications, sugiere que incluso en sus primeros días de vida, los bebés muestran una clara preferencia por las acciones bondadosas frente a las hostiles. Este hallazgo no solo es intrigante, sino que también respalda las teorías del filósofo Jean-Jacques Rousseau, quien argumentaba que el ser humano nace bueno y es la sociedad la que lo corrompe.
- Una predisposición inesperada: cuando cinco días bastan
- No han aprendido: apenas han empezado a vivir
- ¿Dónde ocurre esta “detección de la bondad”?
- Impacto en la crianza y las familias
- Reflexiones filosóficas: Rousseau y la bondad innata
- Conclusiones sobre la moralidad en los primeros días de vida
- Referencias
Una predisposición inesperada: cuando cinco días bastan
El estudio, liderado por Alessandra Geraci y J. Kiley Hamlin, plantea una pregunta fundamental: ¿pueden los bebés reconocer comportamientos sociales positivos y negativos sin haber tenido experiencias previas? Para responder a esto, los investigadores mostraron a 90 recién nacidos animaciones simples con figuras geométricas que interactuaban de diferentes maneras. En una de las animaciones, una figura ayudaba a otra a superar un obstáculo, mientras que en otra la empujaba hacia abajo.
Los resultados fueron sorprendentes. Los bebés prestaron más atención a la escena en la que ocurría el acto de ayuda. Esta preferencia se replicó en diferentes tipos de interacciones. Por ejemplo, cuando se mostraron figuras que se acercaban amistosamente a otras frente a figuras que las evitaban, los recién nacidos también mostraron más interés en las interacciones positivas.
Los investigadores concluyeron que esta atención no se puede atribuir a la naturaleza del movimiento en sí, ya que en escenas de control sin interacción social, los bebés no mostraron diferencias en su atención. Esto indica que la intención detrás de la acción es lo que realmente capta su atención.
No han aprendido: apenas han empezado a vivir
Un aspecto crucial del estudio es que se realizó con bebés de solo cinco días de vida. En esta etapa temprana, los bebés no han tenido suficiente tiempo para observar comportamientos humanos y aprender lo que es una acción prosocial o antisocial. La investigación destaca que, a esta edad, los recién nacidos tienen una visión limitada y duermen gran parte del tiempo, lo que les impide absorber interacciones complejas.
Como indican los autores del estudio, los bebés no pueden haber aprendido sobre la bondad o la maldad a partir de lo que han visto. Sin embargo, su clara preferencia por los gestos de ayuda sugiere que ya podrían tener en su cerebro ciertas bases para la evaluación social desde el nacimiento.
Este hallazgo se alinea con las ideas de Rousseau, quien sostenía en el siglo XVIII que el ser humano es inherentemente bueno. Por primera vez, estos datos experimentales respaldan esa hipótesis, sugiriendo que la moralidad podría ser un rasgo innato más que un producto de la socialización.
¿Dónde ocurre esta “detección de la bondad”?
Otro hallazgo fascinante del estudio es que la preferencia por las acciones prosociales podría estar relacionada con sistemas cerebrales visuales especializados. Investigaciones anteriores han demostrado que áreas específicas del cerebro, como el surco temporal superior posterior, responden de manera diferente a interacciones sociales, incluso en las etapas más tempranas del desarrollo.
Aunque el artículo no se adentra en los mecanismos neuronales, se citan estudios que sugieren que el sistema visual está diseñado para detectar señales de interacción social, como la orientación de los rostros y la congruencia en el movimiento. Esto implica que el cerebro de los bebés puede estar biológicamente preparado para identificar y valorar comportamientos sociales clave para la cooperación.
Impacto en la crianza y las familias
Para padres y cuidadores, estos hallazgos ofrecen una perspectiva valiosa sobre el desarrollo de los bebés. Desde el primer momento, los recién nacidos están observando cómo interactuamos con los demás, y aunque no comprenden el lenguaje o no pueden emitir juicios conscientes, su atención se dirige hacia acciones amables y cooperativas.
Esto refuerza la idea de que la forma en que tratamos a los demás frente a nuestros hijos influye en su desarrollo emocional y moral. Ellos absorben no solo nuestras palabras y caricias, sino también nuestras acciones. Al observar cómo ayudamos o evitamos a otros, comienzan a formar su propio sentido de la moralidad.
Además, esta investigación plantea nuevas preguntas para la ciencia: ¿En qué medida estos mecanismos se desarrollan de manera independiente? ¿Cómo se ven afectados por la experiencia y el entorno? ¿Qué papel juegan en el desarrollo de un sentido moral más complejo en etapas posteriores?
Reflexiones filosóficas: Rousseau y la bondad innata
Las ideas de Rousseau sobre la bondad innata del ser humano encuentran un nuevo eco en los resultados de este estudio. En el siglo XVIII, Rousseau afirmaba que los niños nacen con un sentido de la bondad y que son las influencias externas las que corrompen esta pureza. Esta visión ha sido un punto de referencia en la filosofía de la educación y el desarrollo moral.
Rousseau creía que la educación debería centrarse en cultivar la bondad natural del niño en lugar de imponer normas sociales. La reciente investigación sugiere que este enfoque podría tener un fundamento biológico, lo que implica que las enseñanzas de Rousseau podrían ser más relevantes que nunca en el contexto actual.
Conclusiones sobre la moralidad en los primeros días de vida
En resumen, el estudio revela que los bebés no solo son receptores pasivos de información, sino que ya poseen un sentido básico de la moralidad. Esto plantea la posibilidad de que la bondad y la capacidad de juzgar acciones sociales estén inscritas en nuestra naturaleza desde el comienzo de la vida. Es un recordatorio de que, como sociedad, tenemos la responsabilidad de fomentar y cultivar estas cualidades innatas en nuestros niños.
Referencias
- Alessandra Geraci, Luca Surian, Lucia Gabriella Tina, J. Kiley Hamlin. Human newborns spontaneously attend to prosocial interactions. Nature Communications (2025). DOI: 10.1038/s41467-025-61517-3.
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