La relación entre las emociones de los padres y las habilidades matemáticas de sus hijos es un tema fascinante y crucial. Un nuevo estudio ha arrojado luz sobre cómo la ansiedad matemática de los adultos puede influir en el desarrollo numérico de los más pequeños. Comprender esto no solo es esencial para el éxito escolar, sino también para fomentar una relación saludable con las matemáticas desde la infancia.
Este artículo explora cómo se manifiesta la ansiedad matemática, sus implicaciones en el desarrollo infantil y qué pueden hacer los padres para mitigar su impacto. Equiparse con esta información puede transformar la manera en que los adultos abordan las matemáticas y, por ende, cómo sus hijos las perciben.
- La ansiedad matemática: qué es y cómo actúa en los adultos
- Lo que dice la evidencia: seguimiento del desarrollo de 126 niños durante cinco años
- ¿Se hereda la ansiedad matemática? Un vínculo más débil de lo esperado
- Qué ocurre en casa: comportamientos y actitudes que hacen la diferencia
- Implicaciones prácticas: qué pueden hacer madres y padres hoy
- Referencias
La ansiedad matemática: qué es y cómo actúa en los adultos
La ansiedad matemática es un fenómeno que va más allá de simplemente no disfrutar de los números. Se define como una respuesta emocional que incluye tensión, miedo o incomodidad ante situaciones que implican cálculos, operaciones o razonamientos numéricos. Este tipo de ansiedad afecta entre el 17% y el 30% de la población adulta, interfiriendo en su memoria de trabajo, capacidad para tomar decisiones y confianza general al enfrentar tareas cotidianas que requieran habilidades matemáticas.
Los síntomas pueden ser tanto psicológicos como físicos. Entre los síntomas más comunes se encuentran:
- Sensación de nerviosismo o inquietud
- Aceleración del pulso
- Sudoración excesiva
- Dificultad para concentrarse en tareas que implican números
- Tendencia a evitar situaciones que requieren habilidades matemáticas
La ansiedad hacia las matemáticas se conceptualiza como un miedo y aprensión que surgen al enfrentarse a actividades matemáticas. Para los adultos, las repercusiones son evidentes en el ámbito laboral y personal. Cuando estos adultos son padres, sus emociones pueden influir de manera indirecta pero duradera en el desarrollo educativo de sus hijos.
Lo que dice la evidencia: seguimiento del desarrollo de 126 niños durante cinco años
Un estudio reciente estuvo diseñado para investigar la influencia de la ansiedad matemática en la infancia. Los investigadores siguieron a 126 familias desde que sus hijos tenían 3 años hasta los 8, evaluando las habilidades matemáticas de los niños, su ansiedad frente a las matemáticas y el nivel de ansiedad matemática mostrado por los padres. También se consideraron factores como el nivel educativo de la familia.
Entre las conclusiones más destacadas, se observó que la ansiedad matemática de los padres se correlacionaba con un rendimiento inferior en matemáticas de los hijos durante la etapa preescolar. Este impacto se hacía evidente incluso antes de que la educación formal comenzara a jugar un papel significativo en la vida de los niños.
Los hallazgos sugieren que los niños que mostraron debilidades en habilidades numéricas en la preescolaridad mantenían esta desventaja a la edad de 8 años, lo que indica un efecto acumulativo. El estudio destaca que, aunque la educación escolar es importante, el entorno familiar es un factor determinante en el desarrollo temprano de habilidades cognitivas.
¿Se hereda la ansiedad matemática? Un vínculo más débil de lo esperado
Una de las revelaciones más sorprendentes del estudio es que no se encontró una conexión directa entre la ansiedad matemática de los padres y la de sus hijos. En otras palabras, el miedo a las matemáticas que experimentan los adultos no necesariamente se transmite a la siguiente generación.
Esto contrasta con lo que se ha observado en otros tipos de ansiedad, donde las correlaciones son más evidentes. El estudio señala: “No se halló relación directa entre la ansiedad matemática de los padres y la de los niños a los ocho años”. Sin embargo, el impacto indirecto es significativo. Los niños que desarrollan habilidades matemáticas deficientes tienden a experimentar más ansiedad con el tiempo, creando un ciclo en el que el bajo rendimiento alimenta el malestar y, a su vez, este malestar disminuye la motivación para aprender.
Esto implica que, aunque la ansiedad no se transmita emocionalmente, el entorno familiar puede crear condiciones que propicien la aparición de ansiedad en los hijos, ya sea por falta de exposición, refuerzo negativo o ausencia de apoyo adecuado.
Qué ocurre en casa: comportamientos y actitudes que hacen la diferencia
El hogar es el primer lugar donde los niños se encuentran con los números. Actividades cotidianas como contar escalones, repartir galletas, medir ingredientes o jugar a juegos de mesa son formas informales de interactuar con conceptos numéricos. No obstante, los padres que sufren de ansiedad matemática tienden a involucrarse menos en estas actividades, limitando así las oportunidades de aprendizaje de sus hijos.
Además, es más probable que estos padres eviten situaciones relacionadas con las matemáticas o transmitan actitudes negativas al ayudar con los deberes. Un estudio mencionado en el artículo resalta que “la frecuencia de actividades matemáticas en casa se relacionaba positivamente con las habilidades numéricas de los niños, pero solo en padres con bajos niveles de ansiedad matemática”.
Esto sugiere que no solo es relevante lo que se realiza en casa, sino también cómo se lleva a cabo y con qué estado emocional. Mostrar inseguridad o estrés al realizar actividades matemáticas puede comunicar a los niños que los números son peligrosos o difíciles de dominar.
El estilo de acompañamiento juega un papel crucial. Los padres que demuestran interés, paciencia y confianza crean un ambiente donde los errores son considerados parte del proceso de aprendizaje, y no amenazas al autoestima.
Implicaciones prácticas: qué pueden hacer madres y padres hoy
Una buena noticia es que el efecto de la ansiedad matemática de los padres no es irreversible. Los investigadores enfatizan que es posible mejorar la relación de los adultos con las matemáticas, lo que puede tener beneficios tanto en su vida personal como en la de sus hijos.
A continuación, se presentan algunas estrategias prácticas que los padres pueden implementar:
- Tomar conciencia de la propia ansiedad: Reconocer el miedo hacia las matemáticas es el primer paso. Buscar recursos, como cursos de numeracy para adultos o simplemente exponerse a actividades numéricas en la vida cotidiana, puede ser útil.
- Fomentar una mentalidad de crecimiento: Enseñar a los hijos que los errores son parte del aprendizaje en matemáticas contribuye a disminuir su ansiedad. Hablar con positividad sobre las matemáticas puede transformar su percepción.
- Involucrarse en actividades matemáticas: No evitar las matemáticas. Participar en juegos y conversaciones relacionadas con números sin presiones puede ayudar a construir una relación más saludable con esta área del conocimiento.
Por último, es fundamental recordar que las experiencias positivas en torno a las matemáticas son clave. Fomentar un clima familiar donde se valoren los intentos y se celebren las pequeñas victorias puede marcar una diferencia significativa en la vida matemática de los niños.
Referencias
- C. Tomasetto, M.C. Passolunghi, C. De Vita, V. Guardabassi, K. Morsanyi. Parental mathematics anxiety is related to children’s mathematical development in preschool and the first school years. Journal of Experimental Child Psychology, Volume 252, April 2025, 106185. https://doi.org/10.1016/j.jecp.2024.106185.
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