La inteligencia artificial se ha convertido en una herramienta omnipresente en nuestra vida cotidiana, y su impacto en la educación infantil es un tema de creciente preocupación. Con avances que permiten a los dispositivos interactuar y adaptarse a las emociones de los niños, surge la pregunta: ¿son estos avances realmente beneficiosos para el desarrollo de nuestros pequeños? Un reciente estudio proporciona respuestas inquietantes sobre los riesgos asociados con el uso de la inteligencia artificial en niños menores de ocho años.
El estudio en cuestión, publicado en la revista científica AI, Brain and Child, plantea interrogantes sobre la integración de la IA en entornos educativos y el potencial daño que puede causar en los más vulnerables. Los investigadores han analizado el impacto de estas tecnologías en el desarrollo emocional y social de los niños, enfatizando la necesidad de abordar este fenómeno con cautela y ética.
- ¿En qué ha consistido el estudio?
- Principales hallazgos y cómo afectan a la crianza y educación
- ¿Cómo afecta la inteligencia artificial a los niños?
- ¿Cómo afecta la inteligencia artificial a las emociones?
- ¿Cómo influye la tecnología, especialmente la inteligencia artificial, en el manejo de las emociones para lograr una comunicación más efectiva?
- Hacia una IA ética y respetuosa con la infancia
- Referencias
¿En qué ha consistido el estudio?
La investigación fue llevada a cabo por un equipo de expertos liderado por Ilene R. Berson y Michael J. Berson de la Universidad del Sur de Florida, junto con Wenwei Luo de la Universidad Normal de Shanghái. Este grupo se centró en una revisión exhaustiva de 42 estudios previos sobre el uso de la inteligencia artificial en la educación infantil, abarcando un periodo entre 2015 y 2024.
Los autores de la investigación identificaron tres áreas clave de preocupación que incluyen:
- La privacidad de datos y la protección de la información sensible de los niños.
- El impacto en el desarrollo infantil y cómo la tecnología puede interferir en el aprendizaje natural.
- El sesgo algorítmico que puede perpetuar desigualdades entre los niños.
Además, se incluyó una categoría emergente sobre la falta de marcos regulatorios y éticos para el uso de estas tecnologías en entornos educativos. Los investigadores subrayaron que la etapa de 0 a 8 años es fundamental para el desarrollo social y emocional, marcos que muchos sistemas de IA no consideran adecuadamente.
Principales hallazgos y cómo afectan a la crianza y educación
Los hallazgos del estudio revelan aspectos preocupantes sobre el uso de la inteligencia artificial en la educación infantil. A continuación, se presentan los puntos más destacados:
Relaciones emocionales distorsionadas
Uno de los hallazgos más alarmantes es el efecto que tienen los robots que simulan emociones humanas. Estos dispositivos pueden provocar un apego parasocial en los niños, fomentando vínculos emocionales con entidades que no pueden sentir ni comprender. Este fenómeno puede impactar negativamente el desarrollo de la empatía y las habilidades sociales.
Los niños menores de cinco años, que aún no han desarrollado completamente la capacidad de distinguir entre lo real y lo simulado, corren el riesgo de confiar más en un robot que en un adulto, lo que podría llevar a compartir información sensible o a modificar su comportamiento para complacer a la máquina.
Privacidad infantil en riesgo
Los dispositivos que analizan emociones mediante la voz, la mirada o la expresión facial recogen datos muy sensibles. Si estos datos no son manejados con el debido cuidado, pueden ser utilizados con fines comerciales o almacenados sin el consentimiento de las familias. El informe destaca la falta de transparencia en muchos sistemas educativos basados en IA, así como la ausencia de controles adecuados para la protección de la infancia.
Los expertos sugieren implementar el principio de “privacidad desde el diseño”, donde la seguridad y la transparencia sean consideradas desde el inicio del desarrollo del software, con interfaces adaptadas a las necesidades de padres e hijos.
Diseños no adecuados al desarrollo infantil
Muchos productos de inteligencia artificial están diseñados para niños mayores o adolescentes, descuidando las necesidades de los más pequeños. Las interfaces que requieren atención prolongada o interacciones rígidas pueden limitar la creatividad y el juego libre, esenciales para el aprendizaje en las primeras etapas de la vida.
El estudio también aboga por fomentar el juego digital intergeneracional, donde padres o educadores participen activamente junto a los niños. Esta participación no solo protege a los pequeños, sino que también fortalece los lazos afectivos entre ellos.
Sesgos que refuerzan desigualdades
Los algoritmos de inteligencia artificial son entrenados con datos históricos. Si dichos datos no reflejan adecuadamente la diversidad cultural, lingüística o socioeconómica de los niños, pueden surgir errores o sesgos. Por ejemplo, un niño que no hable el idioma principal puede ser mal evaluado o clasificado como “problemático” por un sistema automatizado.
Este problema se agrava en contextos vulnerables donde la IA se presenta como una solución a la falta de docentes, pero sin adaptarse a las realidades del alumnado.
¿Cómo afecta la inteligencia artificial a los niños?
El impacto de la inteligencia artificial en la educación infantil no solo se limita a aspectos emocionales, sino que también abarca cómo los niños interactúan y aprenden en un entorno cada vez más tecnológico. Algunos de los efectos incluyen:
- Alteración en la interacción social, donde los niños pueden sentirse más cómodos hablando con dispositivos que con personas reales.
- Desarrollo de una dependencia tecnológica que puede limitar su capacidad de explorar el mundo sin asistencia.
- Posibles alteraciones en la atención debido a la naturaleza de los dispositivos que pueden distraer en lugar de facilitar el aprendizaje.
¿Cómo afecta la inteligencia artificial a las emociones?
La inteligencia artificial tiene la capacidad de impactar las emociones de los niños de varias maneras. Por ejemplo:
- Los dispositivos que simulan empatía pueden hacer que los niños desarrollen vínculos emocionales que no son auténticos.
- El uso excesivo de tecnología puede llevar a una desensibilización emocional, dificultando la identificación y expresión de emociones genuinas.
- Los niños pueden aprender a priorizar conexiones con máquinas en lugar de desarrollar relaciones significativas con sus pares y adultos.
Un video que complementa este contexto es “Los riesgos de la inteligencia artificial en niños, niñas y adolescentes”, que ofrece una mirada crítica sobre estos temas. Puedes verlo a continuación:
¿Cómo influye la tecnología, especialmente la inteligencia artificial, en el manejo de las emociones para lograr una comunicación más efectiva?
La incorporación de inteligencia artificial en la educación no solo plantea desafíos, sino que también ofrece oportunidades. Por ejemplo:
- Los sistemas de IA pueden ayudar a personalizar la educación, adaptándose a las necesidades emocionales de cada niño.
- La tecnología puede facilitar el aprendizaje de habilidades sociales mediante simulaciones y juegos interactivos.
- Las herramientas de IA pueden proporcionar retroalimentación inmediata a los educadores sobre el estado emocional de los estudiantes, permitiendo intervenciones más efectivas.
Sin embargo, es crucial que estas tecnologías se implementen de manera ética y responsable, garantizando que los derechos de los niños sean siempre la prioridad.
Hacia una IA ética y respetuosa con la infancia
El estudio concluye con una hoja de ruta que promueve el uso responsable de la inteligencia artificial en la educación infantil. Para ello, es fundamental:
- Establecer marcos legales específicos que aseguren el respeto a la privacidad y la protección de datos de los niños.
- Involucrar a padres y educadores en el diseño y la elección de tecnologías que se integran en la vida de los más pequeños.
- Fomentar la alfabetización digital temprana para que tanto niños como padres comprendan los riesgos y beneficios de estas herramientas.
Al hacerlo, podemos garantizar que la inteligencia artificial sea un aliado, y no un obstáculo, en el desarrollo saludable de nuestros niños.
Referencias
- Ilene R. Berson, Michael J. Berson, Wenwei Luo. Innovating responsibly: ethical considerations for AI in early childhood education. AI, Brain and Child, 2025. DOI: 10.1007/s44436-025-00003-5
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